SukaSuka – Volumen 4 – Capitulo 4 – Parte 6

Parte 6: Antes de que este mundo acabe – C

Era una habitación grande y simple.
En el centro había un pilar de cristal que brillaba con una luz tenue.
Incontables rostros estaban presionados contra el exterior del pilar. Cada uno tenía una expresión diferente (una sonrisa, pena, alegría, tristeza, sorpresa, calma, desconcierto, ira, temor), mientras cantaban.
Y, suspendida aproximadamente en el centro del pilar, como la elaborada figura de un barco, había una escultura de cristal de la parte superior de una chica-

«… ¿Chanteur?»

Nephren mencionó su nombre.
Willem había escuchado de ella. Fue la primera de las Diecisiete Bestias, una que permaneció envuelta en misterio por más de quinientos años desde su aparición hasta el presente, y una de la cuál rara vez se habla.
… Alguien que una vez fue un Emnetwyte, que fue la primera en el mundo en corromperse y convertirse en Bestia.

«Maldición.»

Él dio un paso hacia ella.
Un dolor que parecía que fuera a despedazar su cuerpo se disparó. En realidad, su piel había sido arrancada en algunas partes. Y ahora que lo pensaba, había estado cubierto de sangre justo antes de entrar en este mundo de sueños.
Este era el fin de un sueño feliz.
En el mundo real, ella debe haberse convertido en Bestia aquí; y no en el orfanato. Es por eso que se desvaneció de su cama. Y si fuera a confrontarla ahora, él tendría que emular lo que le pasó en el mundo real.

«… Quédate atrás, Ren. Si te acercas más, tu Venenum se sobrecargará, y morirás.»

No esperó por su respuesta antes de dar otro paso adelante.
Wham. Algo explotó en sus entrañas. Tragó a la fuerza la sangre que burbujeó en su garganta. Una sola gota se escurrió del borde de sus labios.
Estaba bien. De hecho, no estaba nada bien, pero al menos aún podía caminar. Se acercó más.

Debió haberlo notado antes.
Si lo hubiera pensado un poco más, hubiera identificado lo que causaba su inquietud.
Desde que despertó en este mundo, hasta este mismo momento-
La chica con la que había hecho su promesa nunca lo mencionó.
Ni una sola vez la chica le dijo Bienvenido a casa.

«Hey… Almaria.«

Él la llamó, pero no hubo respuesta.
En su lugar, él dio otro paso adelante. Cada hueso de su cuerpo crujió. Usó a Lapidemsibilus como bastón para de alguna forma sostener su cuerpo al borde del colapso.

«Ninguno de los dos mencionó el pastel de mantequilla ni una vez.»

Willem nunca mencionó la promesa porque pensó que este mundo era falso. No había vuelto a casa; simplemente estaba atrapado. Fue por eso que nunca lo mencionó.
¿Pero qué pensó Almaria? Ella no sabía nada, así que para ella, el regreso de Willem era real, y la promesa que hizo debió haber sido cumplida. Y aún así, desde que despertó hasta este momento, ella no mencionó la promesa ni una vez.
Solo había una cosa que podía explicar la inconsistencia.
Aunque ella misma no se diera cuenta, de alguna forma lo sabía; Almaria Duffner nunca pudo dar la bienvenida a su padre.

-Pa… dre-

La chica de cristal lo llamó con una voz insonora.
Y Willem lo escuchó claro como el día.

«Eres una idiota. ¿Cuánto has estado esperando?»

Una sonrisa amarga se extendió en su rostro.

«Fuiste la primera en convertirte en Bestia. Atrapaste a miles de personas en un sueño. Guardaste a Gomag dentro de ti justo antes del fin. ¿Y te aferraste a ella, esperando todos estos quinientos años?»

Otro paso.
Algo en otra parte de su cuerpo probablemente se rompió.
Todo su cuerpo estaba en agonía, así que no podía decir exactamente donde.

«¿Estabas esperando… que yo volviera a ese mundo tuyo… todo este tiempo?»

Ese deseo nunca podría haberse hecho realidad.
Era un deseo que nunca podría haber llegado a ninguna parte, no después de quinientos años y no después de una eternidad.
Y aún así, ella se aferró a él, cantando en solitario.
Como una caja musical rota, en un pequeño jardín de bolsillo intrincadamente decorado con los sueños de tres mil personas, después de todo este tiempo.

«De verdad… lo lamento, Almaria.»

Él dio otro paso.
Estaba lo suficientemente cerca para tocarla.

Él lo sabía. Si dijera estoy en casa ahora, el deseo de ella se volvería realidad.
Cumpliría su promesa de volver a casa en su pequeño jardín de bolsillo.
Entonces, en su siguiente cumpleaños, ella le prepararía un delicioso pastel de mantequilla.
Ella lo haría comer hasta que llorara por el dolor de estómago.
Una fantasía tan maravillosa estaba frente a sus ojos.

Willem levantó el Carillón que tenía en su mano derecha en alto sobre su cabeza.

«¡Inicializar… ajuste…!»

Los treinta y cinco talismanes que formaban al Carillón Lapidemsibilus fueron liberados de sus restrictivas venas de hechizo y se dispersaron en el aire alrededor de Willem.
Con su mano izquierda, tomó el talismán de comprensión lingüística que colgaba sobre su pecho como un pendiente y lo arrancó de sus ataduras. Nunca pudo quitárselo durante el sueño, pero ahora en la palma de Willem, brilló intensamente-
Y él lo insertó en Lapidemsibilus como su parte número treinta y seis.

«… Ngh…»

Los Carillones eran fenómenos nacidos como resultado del complicado intercalado e interferencia de los poderes de varios talismanes. Si el balance se rompía solo un poco, todo se vendría abajo. Y por eso, se suponía que sus ajustes solo eran posibles en manos de un grupo de habilidosos técnicos en un taller bien equipado.
La raíz se fracturó. Casi la mitad de las venas se rompieron. El Venenum, ahora sin lugar a donde ir, la mayor parte de las habilidades que Lapidemsibilus poseía originalmente. A él no le importó. Conectó a la fuerza las venas restantes, preservando el funcionamiento mínimo. Eso era suficiente.
Golpeó el núcleo de cristal, abandonando el modo de ajuste. Los treinta y cinco talismanes intentaron volver a su posición original, creando un feo garrote.
Él levantó la espada.
La espada que protegía el corazón, una rústica mezcla de talismanes para conectar corazones.
Y la dejó caer.
Directamente sobre el pecho de la escultura de cristal.

-a-

El canto se detuvo.
Willem sonrió.

«Lo lamento.»

Murmuró suavemente a su oído.

«No pude mantener mi promesa.»

Eso era todo lo que podía transmitirle.

Una gran grieta atravesó la estatua de cristal.
Se expendió por todo el pilar de cristal antes sus ojos; y con el sonido de mil campanas sonando, el Chanteur fue destruido.
En el instante justo antes de que colapsara, los labios de la chica de cristal mostraron una leve sonrisa.
Como una santa absolviendo a un criminal de sus pecados, como una hija siendo consentida por su padre, ella sonrió.


El suelo se sacudió.
El techo, las paredes, el suelo, todo estaba empezando a colapsar al mismo tiempo.
Willem ya ni siquiera tenía la fuerza para mantenerse de pie. Fue tragado por una grieta y calló aún más abajo.
Lo envolvió la sensación de estar flotando. Al mismo tiempo, se entumeció.
Una fuerte voz que cantaba hizo eco directamente en su conciencia.
Todo su campo de visión se tiñó de gris.
¡No…!
Fue completamente inesperado. Pero supo lo que significaba de inmediato: Esta era la canción que la gente de Gomag había escuchado y la vista con la que habían soñado.
Era el impulso que resonaba en la raíz de la raza Emnetwyte que los convertía en Bestias.
Era una masa de remordimiento, como una furiosa tempestad. En su excesivo anhelo por el pasado perdido, cortaba su conexión con el mundo real; creaba su propio sueño y se encerraba dentro. Ese poder y cuerpo espiritual obsesivo era la esencia misma del Chanteur, la Lamentable Primera Bestia.
Y ahora que había perdido a Almaria como su contenedor, se estaba forzando sobre la otra persona ahí; y el último Emnetwyte que quedaba en la superficie.

«Oh… cierto…»

Los Emnetwyte podían transformarse en Bestias.

«Supongo que yo no soy la excepción, ¿huh…?»

No era nada por lo que sorprenderse. Era la conclusión inevitable, una que solo había sido retrasada.
¿En qué tipo de Bestia se convertiría?
De las diecisiete que habían demolido al mundo, ¿la forma de cuál tomaría él?
No importaba. No era problema. Nephren estaba justo ahí con su Carillón. Aunque Willem se convirtiera en una Bestia, aunque se convirtiera en algo que mostrara los colmillos hacia Regul Aire y todos los que vivían ahí, él sería asesinado rápidamente.
Era por eso que podía sonreír y aceptar su des-

«¡¡Willem…!!»

Algo cálido lo abrazó.
Abrió los ojos. Hizo a un lado el gris.
Era Nephren, abrazando su ensangrentada figura.

«¿Qu…? ¡¿Ren, que estás-?!»

La cosa derramándose de la carcasa del Chanteur estaba entrando en Willem por todas sus heridas abiertas. Y lo mismo le estaba pasando a Nephren.

«No… puedes… ¿Qu…?»

No podía conectar bien sus palabras, pero parecía que había transmitido su intención. Los ojos de Nephren estaban cerrados fuertemente, pero los abrió ligeramente y lo miró.

«¡Almaria me lo pidió!» gritó ella en respuesta. «Dijo, ¡Ya sabes como es él, definitivamente se marchará a alguna parte de nuevo! ¡Dijo que te dejaría en mis manos cuando eso pasara!»

El canto resonando dentro de Willem se debilitó.
Eso significaba que la canción ahora estaba entrando en Nephren.

«¡Dijo que yo tendría que hacer algo con su miserable e inservible padre!»

¿Qué demonios?
¿Desde cuándo ustedes dos se llevan tan bien?

«¡Así que… es por eso que…!»

La canción resonó a su alrededor.
Nephren volvió a cerrar los ojos.
Cielos. ¿Qué se supone que haga? ¿Como acabé con unas hijas tan fuertes y amables?
Ithea. Tiat. Rhantolk. Nopht…
Sus pensamientos se elevaron más allá del cielo.
Y Collon y Pannibal y Lakhesh, supongo que ya casi es tu turno también…
Él recordó los rostros de todas las hadas en orden.
La nostalgia brotando en su interior retorció sus labios.
Puede que sea una molestia para ustedes, pero… Nuestras muertes están en sus manos ahora…
Se aferró a la calidez en su corazón con toda la fuerza que le quedaba.
Y Willem silenciosamente cerró los ojos.


AnteriorÍndiceSiguiente

Deja un comentario